Elena Rodríguez Pérez
02 Dec
02Dec

Las Navidades suelen ser un tiempo de unión, amor y alegría, pero para muchas personas que han vivido traumas en la infancia, esta época puede traer consigo emociones complicadas, como dolor, tristeza o tensión.

El abuso, la negligencia, la pérdida de seres queridos o una familia disfuncional pueden dejar huellas emocionales profundas. Durante las festividades, estos recuerdos pueden resurgir, especialmente cuando las tradiciones, los encuentros familiares o los símbolos navideños evocan momentos difíciles del pasado. Las emociones de abandono, miedo y soledad pueden reactivarse con facilidad.

Estos sentimientos están ligados a cómo el cerebro almacena los recuerdos traumáticos. Los estímulos sensoriales de la Navidad, como las canciones, las luces o ciertos olores, pueden actuar como desencadenantes, provocando respuestas de angustia, ansiedad o tristeza.

Además, la presión social por "ser feliz" en estas fechas puede intensificar la sensación de desconexión, haciendo que las personas con un pasado traumático se sientan incomprendidas o fuera de lugar. 

A continuación ofrecemos estrategias prácticas para afrontar estos retos y cuidar la salud mental. Puntos claves:

1.   Desencadenantes navideños:

  • Reuniones familiares que reactivan tensiones y emociones dolorosas.
  • Nostalgia y presión social que aumentan la tristeza o el aislamiento.
  • Rituales y tradiciones que evocan recuerdos traumáticos.
  • Sensación de soledad por compararse con representaciones ideales de la Navidad.
  • Cambio de rutinas y la sobrecarga social, que generan ansiedad.
  • Estímulos sensoriales que desencadenan respuestas automáticas de trauma.
  • Consumo de alcohol que reactiva dinámicas de abuso.
  • Expectativas de reconciliación que presionan emocionalmente.

2.   Estrategias para afrontar las emociones:

  •  Preparación anticipada:
    • Planificación: Tómate el tiempo para organizar tus actividades navideñas, estableciendo límites claros sobre los eventos a los que asistirás y los que prefieras evitar.
    • Identificación de desencadenantes: Reflexiona sobre las situaciones que pueden generar malestar. Reconocer estas fuentes de incomodidad te permite estar preparado para gestionarlas de forma proactiva.
  • Autocuidado:
    • Técnicas de relajación: Incorpora ejercicios de respiración profunda, meditación o mindfulness para reducir la ansiedad y mantener la calma.
    • Tiempo para ti mismo: Dedica momentos a actividades que te generen bienestar, como escuchar música relajante, leer un libro o practicar ejercicio. El autocuidado físico y emocional es esencial para mantener un equilibrio.
  •  Red de apoyo:
    • Conexión con personas de confianza: Habla con amigos, familiares cercanos o un grupo de apoyo que comprenda tu situación y te ofrezca un espacio seguro para expresar tus emociones.
    • Terapia profesional: Si el malestar es intenso, considera trabajar con un terapeuta que te ayude a procesar y gestionar las emociones relacionadas con el trauma
  • Expectativas realistas:
    •  Evitar la idealización de las fiestas: Acepta que la Navidad no tiene por qué ser perfecta. No te pongas la presión de cumplir con expectativas sociales o familiares irreales.
    • Reinvención de tradiciones: Crea nuevas costumbres que te resulten agradables y significativas. Esto puede ayudarte a sentirte más en control y a alejarte de recuerdos dolorosos.     
  • Autorregulación emocional: 
    • Grounding: Utiliza técnicas de anclaje o grounding, como centrarte en los sonidos, texturas o colores a tu alrededor, para mantenerte presente y evitar la sobrecarga emocional.
    • Diario emocional: Escribir sobre lo que sientes puede ayudarte a procesar las emociones, liberar tensiones y ganar perspectiva sobre lo que estás viviendo.     Validación de tus emociones: Permítete sentir lo que sientes sin juzgarte. Es completamente válido tener momentos de tristeza, ansiedad o incomodidad. Aceptar tus emociones te ayuda a sanar.
  • Rituales de cierre:
    • Ritual de fin de día: Termina cada día con una actividad relajante que te permita desconectar, como una meditación guiada o un baño relajante.
    • Agradecimiento personal: Al final de la jornada, reflexiona sobre lo que lograste manejar y reconoce tus esfuerzos por cuidarte y avanzar en tu proceso de sanación.

Desde Psikilúdica nuestros mejores deseos para ti. No te pierdas las próximas entradas en el blog sobre trauma. 

  
 

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